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ca, y se preparó él para traicionarlo, tan pronto como pusiera
el pié en territorio oriental.
¿Es ó no esto mala fé? Y todavia hay mas. En el mes de
Junio escribióles otra carta á los G enerales Medina y Bastarrica
proponiéndoles la union de los ori entales, á cuya carta éstos,
despues del desengaño de Abril, no contestaron; dirigiéndose
despues al General Aparicio en el mismo s entido, apesar de
la cual, no tuvo inconveniente en batirse en Corralito. Y pos–
teriormente á esta batalla y despues del sitio de Montevideo, en
que quedó el General Caraballo nu evamente arrumbado por el
gobierno, continuó en sus proposiciones con Aparicio, llevan–
do este su candidez hasta el punto de creerlo y comisionar al
efecto, para que se entendie ra con él, al señor D. Tomás Viñoli
que venia á Montevideo esponiendo su vida, y tuvo varias en–
trevistas con dicho General, de las cuales nunca se sacó nada en
limpio, pues todo lo que prometia no lo cumplió nunca.
Otro de los ciudadanos que creyó al General Caraballo y se
espuso á mil peligros para ayudarlo en su obra de
reparacion,
fu é el Sr: D. Pedro Moré, p rincipal emisario y portador de la
correspondencia entre los dos ej é rcitos.
Y á esto aún hay que agregar lo que dice el Dr. Ramirez en
una de esas cartas que se publican mas adelante en este libro
«que el General Caraballo comunicaba al Cobierno las cartas
que recibia de los jefes revolucionarios , y contestaba de acuer–
do con él. »
En el dia de la b'atalla de Corralito, antes de avistarse los
dos ejércitos, por estos díce r es y rumores, muchos creian que
el General Caraballo no p elearía, que entraría en arreglos in–
mediatamente con Aparicio y que vendria á ser, por lo tanto,
en vez d e enemigo, un poderoso a uxiliar de la revolucion. Pero
contra las esperanzas de todos, ni siqui era se dejó entrever
nada de esos arreglos, y por el contrario, desde que se avis–
t aron ambos ejércitos, de lo que trataron fué d e venirse á las
manos adelantándos ele el G en eral Caraballo, como hemos visto
en el penúltimo capítulo, al ejército de Suarez que quiso incor–
porársele para dar juntos la batalla .
En la batalla del Corralito, la línea fu é tendida en forma
de ángulo por los nacionalistas sobre una cuchilla, dejando al
costado izquierdo las puntas :del arroyo del mismo nombre,
(véase el plano correspondiente).
T e ndióse en las primeras horas de la mañana, inmediatamen-