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Tomáronse mfimdad de pns10neros, entre ellos á un hijo del
coronel de la Sierra,
y
á los oficiales Baillo, Almirrate
y
Pascual
Bailon, siendo despues estos y otros varios puestos en libertad y
algunos soldados des tinados á la infantería.
H e aquí los partes pasados por los Generales Aparicio y
Suarez, e te último fechado
á
los dos días en el pueblo de San
Isidro,
y,
como siempre, dándose el triunfo con un candor incon–
cebible. A continuacion publicamos tambien una carta del
seiior Octavio Ramirez. Despues continuaremos nuestro relato
hasta el encuentro habido á los 3 días en el paso de Casavalle,
departamento de Montevideo.
PARTES
e Cuartel General en marcha sobre el enemigo, Setiembre 13 de 1870
S e1iores del Comité Central.
Buencs Aires
• Mis amigos: Voy á darles algunos detalles sobre la batalla que tuvo lugar ayer
sobre el paso de Severino, para que Vds los hagan conocer á todos los amigos.
• Procuraré ser lo mas ºconciso posible.
»
.'\yer á las 8 de la mañana, tuve parte que
el
enemigo se dirigía al paso
de Severino y me puse inmediatamente en marcha para elegir campo y tender
mi línea con las mayores ventajas posibles: ordené pues á los comandantes Pam–
pillon y Latorre que ocupaban el paso se retirasen dejándole el pasaje al ene–
migo á fin de obligarle á aceptar el combate.
>
La línea fué tendida en ángulo, el centro mandado por mi, la derecha ocu–
pada por el general D. Inocencio Benitez, la izquierda por el benemérito Bri–
gadier general D. Anacleto Medina, la columna de vanguardia por el general don
Angel Muniz y el coronel D . P edro Ferrer, era el jefe flanqueador de la iz·
quierda.
»
Dispuesta asi mi línea les llevé la carga al grito de ¡patria ó muerte! que
fué contestado con el mayor entusiasmo por toda ella: esto tenia lugar á las
1
o
de la mañana.
»
El enemigo rompió entonces un fuego nutrido de infanteria y artillería que
no consiguió hacer retroceder á mis bravos compañeros.
»
La carga fu é llevada con tal rapidez, que toda su cabálleria fué envuelta
y
desecha y á
la~
3 h oras de reñido combate éramos dueños del campo de batalla,
donde flameaba victorioso nuestro pabcllon.
>
El enemigo despavorido dejó el campo cubierto de cadáveres y pudo alcan–
zar una altura donde formó cuadro con su in fantería, en cuyo cen tro colocó la
poca cabaileria que le quedaba, compuesta en su mayor parte de oficiales: alli
mismo los circunvalamos formando otra vez nuestra linea ( 5
1/2
de la tarde)
y siendo ya casi de noche emprendió de nuevo su retirada perseguido y escope–
teado por nuestra vanguardia.
t
El enemigo tm·o infinidad de muc1 tos y una gran cantidad de prisioneros