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éste á S anta Lucia Chi co y aprox imar e a l pa so d e
everino , fué
sentido por aquel. Y como tenia noticia s d e que Medina se incor–
p oraria en seguida no trató de huir; por el contrario, marchó
hácia el fr ente del enemig o con su columna y tendi ó_línea en
la p rimer alt ura q ue se en c ue ntra desp ues d e vadea r el refe–
rido paso en direccion
á.
la e t a ncia del S r . Viñoli, en c uyos
campos se libró la batalla, segun s e vé po r el p la no publi–
cado
al
fi nal d e este capít ulo.
Para que no se cr ea qu e son fa ntasias nuestras la r elacion de
la s marchas y contramar cha s q ue hizo el G eneral
uarez tras de
Medina y Aparicio, léase la sig uiente nota que pasó dicho General
al gobierno con fecha 6 d e
et iemb re , además del parte que y a
hemos t rascrito en el cápítulo IV y que se r elaciona con este
mismo hecho.
"
E xmo. S r . Ministro de Gtterra
y
Marina, Coronel D . T rifon Ord01i ez
" Cuartel General, Costa del arroyo de la Vírgen, Setiembre 6 de 1870.
" E
x.mo. señor :
" H e con tramarch ado buscando á l\fod ina y Bas tarrica, facil itando á la vPz la
incorp•iracion del señor General Castro.
" E l ejército á mis órdenes, Exmo. señor, es sufi ciente para batir
á
todas las
fu~rzas
reunidas ; pero h e creído que el medio de evitar en lo posible la efu–
sion de sangre, es batir parcialmente las columnas enemigas.
" Por lo que h ace al resultado de la cuestion que se debate por medio do
las arm:is, puedo, sin creer adolecer de jactancia, asegurar á V . E . que el triun–
fo
es nuestro
y
qui zás dentro de muy b reves dias.
" En el acto de pasar las fuerzas del Norte, el enemigo se encontrará cir–
culado, siendo su retirada di íícil, sin o imposible; si el enemigo prevalido de la
superioridad de sus caballadas, no se concre ta á merodear en la campaña .
" D e todos modos, le haré una pcrsccucion tenaz y sin tregua.
" D ios guarde á V .
E.
muchos años.
J osé G. Sunre::;.
"
JDescribamos la batall a .
S erian las 8 d e la mañana cuando el General Apari cio tuvo
con o cimi ento de qu e el en mig o se dirijia al paso d e Severi–
no. T endida inmediatamen te su lín ea de b atalla , ordenóles á
los comandantes P ampillon y Latorre que se hallaban g uar–
n eciend o el paso, lo dejaran libr e á fi n de que el enemigo
vad ease el arroyo y aceptase el combate .
A las 9 se ti roteaban las g uerrillas revolucionarias en el r eferido
paso, que era traspuest o p or la vang uardi a y poco despues por t odo
el ej ército de Suarez.
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