-
115
-
pillon, habiéndosele plegado en la carga la guerrilla del mayor
Britos. Aqui fué donde rescató su caballo con montura es te
jefe, que como recordaran nuestros lectores, se lo había toma–
do el coronel Gil Aguirre en el combate 'caballeresco que tu–
vieron ambos en el arroyo del Sarandí. El escuadron derrotado
se azotó al paso, donde perecieron muchos ahogados y otros
lanzea~os
por sus perseguidores.
El ejército del gobierno marchó de frente para recibir el ata–
que y Aparicio amenazó su retaguardia por un movimiento
rápido con varios escalones de caballería. Creyendo Suarez en
esta evolucion, desprendió algunos escuadrones para rechazar
aquella carga, los mismos que fueron envueltos y derrotados
completamente.
Entonces dispuso el General Aparicio llevar el ataque vio–
lentamente al centro de las fu erzas enemigas, lo que se verificó
haciéndose el combate general.
Las caballerías fu eron casi todas derrotadas, se tomó el par–
que y las caballadas que estaban á retaguardia y se hicieron
flaquear las infanterías y hasta la artillería enemiga.
Fué en este combate,- donde se dieron por vez primera aque–
llas cargas rápidas, en que las caballerias revolucionarias como
un torrente impetuoso llevaban por delante todo lo que se ponia
á su frente.
El mismo enemigo de los nacionalistas en armas, no pudo me–
nos de reconoGer con elogios en los partes y correspondencias
en que se r elataba la batalla, el arrojo y denuedo de la caballe–
ría de Aparicio, que apenas bastaban á contener los cuadros
de infanteria y la metralla de los cañones del gobierno.
Era en realidad espectáculo digno de admiracion, contemplar
las arrogantes figuras de los jefes llevando una de esas cargas
al fr ente de sus escuadrones,
sin mas armas que sus lanzas,
corriendo sin vacilar á estrellarse contra los infantes y la arti–
llería misma, que en mas de una ocasion fueron vencidas ante
el esfuerzo poderoso de los soldados de la revolucion.
Las tropas del gobierno, se condujeron tambien en Severino
con valor y bizarría, particularmente los infantes y artilleros que,
al
pronunciarse la derrota, salieron en columna del campo de
batalla.
La caballería dispersándose despues de la carga ll evada por
los revolucionarios, había abandonado el teatro de la accion en
completo desbande. Fué entonces que, merced á un esfuerzo