REVOLUCIÓN DE INGLATERRA .
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Decidió para siempre la gran cuestión , á saber, si el
elemen to popular que desde el tiempo de Fitz"7alter
y
De Monfort había figurado en la política ingle a.
había de ser destruido por el elemento monárquico ó
había de desarrollarse libremente, lleg·ando por fin á
dominar. Larga, fiera
y
dudosa fué la lucha entre
ambos principios . Había durado cuatra reinados; ha–
bía producido sediciones, acusaciones ante el Parla–
mento, rebeliones, batallas, asedios, proscripciones,
matanzas judiciales. Unas vece
la libertad, otras
la monarquía, pareclan haber estado
á
punto de pe–
recer. Durante muchos años, la mitad de la energía
de Inglaterra se había empleado en contrarrestar la.
otra mitad. El Poder Ej ecutivo y el Legi Jativo, de tal
modo habían luchado entre si, que la nación no figu–
ró absolutamente en el concierto europeo. El rey de
armas que proclamó á . Guillermo y María ante la
puerta de Whitehall, anunciaba en realidad el fin de
esta g ran lucha. Anunciaba que había entera unión
entre el. Trono y el Parlamento; que Inglaterra, largo
tiempo dependiente y humillada, volvía á ser poten–
cia de primer orden; que las antiguas leyes que limi–
taban la regia prerrogativa serían en adelante tan
sagradas como Ja prerrogativa misma,
y
serian lleva–
das hasta sus últimas consecuencias,
y
en lo relativo
á
la administración se procedería de acuerdo con el
criterio de los representantes del país; que ninguna
reforma que t ras larga deliberación propusieran las
dos Cámaras, encontrarla obstinada resistencia en el
Soberano . La Declaración de derechos, ai:¡nque no
establecía una legi !ación nueva, llevaba el germen
de la ley que dió libertad religiosa al disidente, de la
ley que aseguró la independencia de los jueces, de la
ley que limitó Ja duración de los Parlamento , de la
ley que puso la libertad de la prensa bajo Ja protec-