REVOLUCIÓN DE INGLATERRA .
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ción de que la regia prerrogativa era algo más su·
blime y santo que aquellas leyes fundamentales.
Cons'igui óse el primer obj to en el solemne preám ·
bulo con que
~dipieza
la Declaración de derechos;
y
el seg undo, con la resolución que declaraba el trono
vacante é ir.vitaba á Guillermo y María
á
ocuparlo.
El cambio parece de poca monta. No se tocaba un
solo fiorún de la co rona. No se concedía al pueblo
ningún nuevo derecho. Toda las leyes de lüg'laterra,
principales v accesorias, eran en opinión de lo más
eminentes jurisconsultos, de Holt
y
Treby, de
MfLY–
nard y Somers, exactamente Ja, mismas después de
la revolución que ante . Alg unos puntos dudosos se
hablan decidido seg·ún el criterio de los mejores ju–
ristas
y se había introducido una ligera alteración en
el curso ordinario de sucesión
á
la corona. Esto era
todo, y era ba tan to. .
Como nuestra revolución se encaminó principal–
mente
á
vindicar antiguos derechos, fué conducida
teniendo muy en cuenta las anti guas fórmulas. En
casi todas las leyes y palabras se advierte profunda
reverencia por el pa ado. Lo Estados del Reino deli·
beraron en las autig·ua Cámaras
y
según los anti–
guos reglamentos. Powle
fué
conducido
ó.
la Pre–
sidencin, entre el que Je 1.ial>ía propuesto
y
el que
habí a apoyado la proposición. con todas las solem–
nidades do costumbre. El sargento, con la maza,
ll evó á los mensajeros de Jo Lores
á
Ja mesa de
los Comu nes , ante la. cual hici eron las tres reve–
rencia prescrita en tales ca os. Rigióse la confe–
rencia por el antiguo ceremonial. A un lado de la
mesa, en la Cámara pin tada, tomaron a3iento los
managers
de los Lores, visti endo togas de armiño
y
oro. Al otro lado, en pie y descubiertos , estaban los
managrrs
de los Comunes. Los discursos contrastan