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LORD MACAULAY.
pués de ellos la corona pasaria á la posteridad de Ma–
ría, lueg·o á Ana
y
su posteridad, y por ultimo á la
-descendencia de Guillermo.
LI.
LLEGADA DE MARÍA.
Por este tiempo había cesado el viento del Oeste .
El bajel en que se había embarcado la Princesa de
Orange zarpó de Margate el 11 de febrero, y á lama–
ñana siguiente fondeó en Greenwicb (1). Fué recibida
·Con muchas muestras de alegría y cariño; pero su
conducta disgustó á los toríes y no pareció .muy bien
tampoco
á
los whigs. Una joven colocada por un des–
tino tan lamentable y triste como el que babia go–
bernado las fabulosas casas/de Lábdaco
y
Pélope, en
situación tal, que sin faltar al cumplimiento de sus
-deberes para con Dios, con su marido
y
con su patria,
no podía negarse á tomar asiento en el trono de
donde acababa de ser arrojado su padre, debía haber
.estado triste, ó por lo menos seria. María no sólo no
parecía triste, sino que daba muestras de loca alegría.
Aseg·urábase que cuando entró en Wbiteball, mani–
festó la más pueril complacencia por ser dueña de
tan hermosa casa; corría por las habitaciones, reg·is–
traba los gabinetes y examinaba los adornos del le–
·cho real, olvidando, al parecer, quién había ocupado
últimamente aquellas magnificas cámaras. Bumet,
que hasta entonces la había creído un ángel en
fi–
gura humana, no pudo menos de reprenderla en esta
(1)
Gaceta de Londres,
feb. 14. 1698-89; Citters, feb . 12 (22).