REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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rrompidos; exigiéronse fianzas excesivas
á
los acu–
sados; se habían impuesto multas exorbitantes
y
bárbaros é inusitados castigos, y se había despojado–
de sus haciendas
á
los reos antes de dictar senten–
cia. Y aquel por cuya autoridad se hicieran estas
cosas había abdicado el gobierno. El Príncipe de
Orange, á quien Dios había hecho glorioso instru–
mento para librar
á
la Nación de la superstición y la
tiranía, había invitado
á
los Estados del Reino
á
re–
unirse
y
acordar lo más conveniente
á
la seguridad
de la religión, de la ley y de la libertad. Los Lores y
Comunes habían deliberado y resuelto, primero, si–
g·uiendo el ejemplo de sus antepasados, confirmar
los antiguos derechos y libertades de Inglaterra. Por
tanto, se declaraba que la prerrogativa de dispensa,
tal como se había usurpado
y
ejercido últimamente.
no tenía existencia legal; que sin aprobación del Par–
lamento no podría el Soberano exig·ir dinero
á
sus
súbditos ni sostener en tiempo de paz ejército perma–
nente. El derecho de petición de los súbditos, la
li–
bertad de los electores, la de discusión en el Parla–
mento, el derecho de la Nación
á
una administración
de justicia integra é indulgente, conforme al espíritu
clemente de sus leyes, fueron confirmados con toda
solemnidad. Reclamaba la Convención todas estas
cosas en nombre de la Nación
y
como legítimo patri–
monio de Jos Ingleses. Una vez vindicados de este.
modo los principios de la Constitución, Lores
y
Co–
munes, abrigando entera confianza en que el liberta–
dor miraría como sagradas las leyes
y
libertades que
había salvado, resolvieron que· Guiilermo
y
Maria,
Príncipes de Orange, fuesen declarados Reyes de In–
glaterra por toda su vida, unidos ó separados, y que
mientras viviesen ambos, la administración del go–
bierno estuviera solamente
á
cargo del Prlncipe. Des-