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LORD MACAULAY.
bre. Hasta Nottingham, el cual en la Cámara pintada
había tomado la iniciativa contra los Comunes, de–
claró que, aunque su conciencia no le permitiría ce–
der, se alegraba de que hubiera otros de conciencia
menos escrupulosa. Habíase invitado á asistirá algu–
nos Lores que aun no votaran en la Convención; lord
Lexington, que á toda prisa había llegado del Conti-–
nente; el Conde de Lincoln, que estaba medio Joco;
el Conde de Carlisle, que no podía andar sino apoya–
do en mul etas, y el Obispo de Durham, que había es–
tado oculto y había pensado huir all ende el mar, pero–
á quien se había intimado que si votaba por el esta–
blecimiento del Gobierno, se daría al olvido su con–
tlucta en la Comisión eclesiástica. Danby, deseando–
termin ar el cisma producido por él mismo, exhortó
á
Ja Cámara en un discurso donde se excedió en habili–
dad parlamentaria, á no perseverar en una contienda·
que podría ser fatal al Estado. Apoyól e HaÜfax con
todas sus fuerzas; decayó el e píritu de Ja oposición ,.
y cuando se lleg·ó á decidir si el Rey Jacobo había
abdicado el gobierno, solo tr€s Lores dij eron que no.
Respecto á la declaración de hallarse el trono vacan–
te, se pidió
vota~ión
y hubo sesenta y dos votos en
pro y cuarenta y siete en contra. Propúsose iumedia–
tameute,
y
se aceptó sin votación, que el Príncipe
y
la Princesa de Orange fuesen declarados reyes de
Inglaterra (1 ).
Propuso entonces Nottingham que se variasen lo ·
j uramentos de obediencia y sup remacía
á
fin de que,
sin foltar á su conciencia, pudieran prestarlos cuan-
(1)
p iario de /.os Lores,
feb . 6.
1988-89;
Diario <lb C/arendon;
Burnet,
1,
82.2
y
la nota de Dartmouth; Citters , feb.
8 (18).
Para las
cifras he seguido á Clarondon. Entre los demás escritores hay
quien hnce más nume1osa la mayoría.
y
también quien le co:icede.
número menor .