REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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virtudes·, que habían sufrido la más cruel de todas las
pruebas, le habían granjeado reputación de santa.
.Súpose muy pronto que la Princesa de Dinamarca
deseaba que Guillermo reinase toda su vida, y era
evidentemente empresáloca, defender la causa de las
hijas de Jacobo, teniendo que luchar contra ellas mis·–
-mas
p).
XLVI.
EXPLICA GUILLERMO SUS MIRAS.
Y he aqui que Guillermo juzgó llegado el momen–
to
de explicarse. Hizo, pues, venir
á
Halifax, Danby,
Shrewsbury
y
algunos otros politicos de gran nom–
bradía,
y
con aquel aire de estoica indiferencia bajo el
cual, desde niño, se había acostumbrado
á
ocultar eus
más fuertes emociones, les dirigió algunas palabras
hondamen~e
meditadas y de g:ran peso.
Hasta aqui, les dijo, babia guardado silencio; no ba–
bia empleado solicitudes ni amenazas, ni aun dejara
traslucir al exterior la menor indicación acerca de
sus opiniones
6
deseos; pero habla sobrevenido una
·Crisis que le ponia en el caso de declarar sus intencio–
nes. No tenía derecho, ni era tampoco su deseo, im–
ponerse
á
la Convención. Lo único que reclamaba era
.el privilegio de renunciar
á
todQ empleo que, en su
-Opinión, no pudíera desempeñar con honra para él y
.utilidad para el pais.
Un partido poderoso deseaba establecer una regen-
(1)
Diario de
OtarP-nrion.
feb. 5, 1688-89¡
l' indica<--ión
de
ta
Du–
.qaesa
áe
Martbor ot,gh.;
Mulgrave,
Retal,o
de
ta Revolución.