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LORD MACAULAY,
publicaríanse los edictos en nombre de ambos; ambos
disfrutarían la dignidad
é
inmunidades personales de
la realeza; pero la administración, que no hubiera sido
prudente dividir, pert.enecería solamente á Guiller–
mo (1).
XLVII.
CONFERE CIA DE LAS DOS CÁMARAS.
Era llegado el tiempo de celebrar la conferencia
libre entre ambas Cámaras. Los
Managei·s
de la de los
Pares, con sus tog·as, tomaron asiento á un lado de la
mesa, en Ja Cámara pintada; pero era tal la multitud
de individuos de la de los Comunes que se agrupaba
al otro lado, que los encargados de discutir la cues–
tión t.rataron en vano de abrirse paso. Con grandes
dificultades, y tras larga dilación, log·ró el sargento
de armas abrirles camino (2).
Al fin empezó la discusión. Ha llegado hasta nos–
otros una relación completa de los discursos pronun–
ciados por ambas partes. Apenas habrá un aficionado
á los estudios históricos que no baya cogido aquella
relación lleno d@ la más viva curiosidad, y que no la
haya dejado después de un triste desengaño. Discutió–
se la cuestión por ambas Cámaras como si se tratara
de un punto de derecho. Las objeciones de los Lores
(l) Mulgrav11.
Relato de l a llevot11ción.
En las tres primeras
ediciones he refdrido este hecho C?n inexactitud . Mia fué la culpa,
principalmente, si bien parte de ella alcanza
á
Burnet,-.cuyo des–
cuido en el uso del pronombre él fué causa de mi error. Burnet.
I,
8l8.
(2)
Di a.rio de la Cániara de
los
Coin1mes,
feb. 6,
l688-89.