REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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dos parecía ser que cuantos hubieran jurado obedien–
cia
á
Jacobo, podían justificadamente cou¡iiderarse
libres del cumplimiento de aquella promesa; mas no
podían, con tranquila conciencia, dará otro el titulo
de rey (1).
XXXI.
PLAN DE DANDY.
De este modo dos fraccion es del partido tory, Ja que
trataba de llegará un acomodo con Jacobo, y la que
.se oponía á todo arreglo, convenían en apoyar el plan
de reg·enoia. Pero una tercera fracción, que si bien no
era muy numerosa tenía g ran peso é influencia, reco–
menuaba camino muy diferente. Eran jefes de este
pequeño
p~rtido,
en la Cámara de los Lores, Danby y
el Obispo de Londres, y sir Roberto
awycr en la de
los Comunes. Creían haber encontrad.o la manera de
e fectuar una revolución completa con arreglo
á
la
más estricta legalidad. Era contrario á todo princi–
pio, decían, que el Rey fuese depuesto por sus súbdi–
tos, y por lo demás tampoco babia n ecesidad d.e depo–
n erle. Al fugarse, babia renunciado, por si mismo, á
.su poder
y
dig·nidad. El trono estaba, pues, vacante.
Todos los abogados constitucionales sostenian que el
trono de Inglaterra no podia estar vacante ni un mo–
mento.
·m
más próximo heredero debía, pues, subir
al trono. Y ¿quién era el heredero más próximo"? En
cuanto al infante que había sido conducido á Francia,
su entrada en el mundo fuera acompañada de muchas
(l)
Evelyn, enero
15,
1688-89.