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LORD MACAULAY.
y
la asamblea juzgó la respuesta muy adecuada
á
los
escrúpulos de Sawyer
(1).
Comunicáronse al Príncipe las resoluciones adopta–
das por la asamlllea. Anu.'lció Guillermo estar dis–
puesto á conceder lo solicitado por ambas Cámaras,
publicando cartas para reunir una Convención de los
Estados del Reino,
y
poniéndose al frente del Go -
bierno hasta tanto <.¡ue se reuniese la Convención (2).
No era fácil de terminar la empresa que había aco–
metido. Hallábase en el más completo desorden toda
la máquina del Gobierno. Los jueces de paz habian
abandonado sus cargos. Los empleados de Hacienda
no recaudaban 10s impuestos. El ejército dispersado
por Feversham estaba todavio. en la mayor confu–
sión
y
se mostraba pronto á todo lo que fuera suble–
vación
y
revuelta. Casi tan alarmante era la situa–
ción de la escuadra. Debfanse muchos atrasos á los
funcionarios civiles
y
militares de la Corona, y sólo
quedaban cuarenta mil libras en el Tesoro. El Prín–
cipe consag ró tollos sus esfuerzo3 al restablecimiento
del orden. Publicó un decreto mandando que todos
los magistrados continuasen en sus empleos, y otro
en el cual se ordenaba proceder
IÍ.
la recaudación de
los impuestos
(3).
Llevóse á cabo con gran rapidez
la reorganización del ejército. Muchos nobles y caba–
lleros, licenciados por Jacobo, fueron repuestos, vol.
viendo
á
encargarse del mando de sus regimientos .
(1) En los libros
y
foll etos contemporáneoa se designa siempre
el nombre del autor dd la interrupción por las iniciales, que al–
gunas veces fueron mal interpretadas. Eachard las hace eorres–
p.:inder al nombre de Roberto Southwell, pero no me cabe duda
que Uldmixon está en lo cierto al poner 111 objeción en boca de
Sawyer.
·
(2)
//i
toria de la deserción; Vida de lhliller1no,
1103;
Citters
dic. 28 (enero
7),
1688-89.
(S)
Gaceta de Lond•res,
enero 3
y
'l.
1688-89.