REVOLUCIÓN DE INGI,ATERRA.
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tes, á quienes Compton, con tolerancia que le honra,
mostró especial cortesia. Pocos meses antes
6
pocos
meses después, ,tal cortesia, hubiera significado á los
ojos de muchos anglicanos, traición
á
la Iglesia na–
cional,
y
aun entonces, fácilmeute descubria la vista
perspicaz que el arml ticio impuesto por las circuns–
tancias á las sectas protestantes, no duraría mucho,
una vez pasado el peligro
á
que debía su origen. Un
centenar de teólog·os disidentes de la capital se pre–
sentaron por separado. Fueron introducidos por De–
vonshire, recibiéndoles el Príncipe con las mayores
muestras de respeto
y
benevolencia. También vinie–
ron los abogados presididos por Maynard, quien á los
noventa años de edad tenla Ja cabeza tan firme y tan
despiertos los sentidos como cuando se levantó en Ja
gran sala de Westminster
á
acusará Strafford.
«Se1ío1·
Serjeant,
Je dijo el Príncipe,
segu1·arnente habréis sobrem_
vido
á
todos los legistas de v1testi·o tierapo .-Sí, se1ío1·,
con–
testó el anciano,
y
á
no se1· poi· V. A. hubiera también
sobrevi'Oirto
á
las leyes" (
1).
Pero, aunque las felicitaciones eran numerosas
y
estaban ll enas de elogios, aunque por donde quiera
se le aclamaba, aunque las iluminaciones fueron es–
pléndidas, aunque el palacio de Saint-James no bas–
taba á contener tan gran multitud de certesanos,
y
aunque en Jos teatros todas las noches, desde el patio
al paraiso, no se velan más que cintas de color na–
ranja, no desconocía Guillermo que entonces empe–
zaban las dificultades de su empresa. Había derribado
un gobierno. Era necesario poner por obra la em–
presa, mucho más difícil, de reconstituirlo. Desde el
(1)
Cuarta colección de documentos relativos at estado actuai
1le tos
astmtos
<le lngtaterra,
1688;
BurMt, 1,
802, 803; Cnlamy.
Vida
y
Uempos <le Baxter.
c. x1v.
TOMO IV.
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