REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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mere se dejó ablandar. Mas pudo observarse que Hali–
fax, que siempre se había distinguido por su compa–
si'ón con los vencidos, se mostró en esta ocasión más
duro que sus dos colegas. La ridícula embajada de
Hungerford aun estaba, sin duda, presente en su me–
moria
(1).
Mientras la regia embarcación seguía trabajosa–
mente río abajo, luchando con las olas; las tropas del
Príncipe, brigada tras brigada, entraban en Londres
por la parte de Occidente. Habíase determinado,
-Obrando con gran prudencia, que la guarnición de la
capital fuese en su mayorla compuesta de soldados
británicos al servicio de los Estados Generales. Los
tres regimientos ingleses fueron acuartelados en la
Torre
y
sus cercanías,
y
los tres escoceses en South–
wark (2).
XV.
•LT,J3GADA DE GUILLERMO
Á
SAINT-JAMES.
A pesar del mal tiempo, hablase reunido una g ran
multitud entre el palacio de Albemarle
y
el de Saint–
.James para saludar al Principe á su llegada. En todos
los sombreros, en todos los bastones, se veia una cin ·
ta de color de naranja
(Orange) .
Repicaban todas las
campanas de Lori.dres;
~n
las ventanas se veian las
velas dispuestas para la iluminación
y
los montones
de leña apilados en las calles para las hogueras. En
tanto, Guillermo, que no gustaba de los aplausos
y
(1) Cittera, die, 18
(28).
1688.
Diario de Evetyn,
en igual fecha;
-Clarke,
Vida de Jacobo,
rr, 266-61.
Mem. orig.
(21
Citters, dic. 18
(28),
1688.