REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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castillo inglés. Mas podría enviársele allende el mar,
y
confinarlo en la fortaleza de Breda, mientras los
asuntos de las Islas Británicas no se arreglasen. Po–
seyendo el Príncipe tales rehenes, Tirconnel proba·
blemente entregaría la gobernación del Estado, y
Sfr
restablecería el ascendiente de Inglaterra sin descar–
gar un solo golpe. Si, por otra parte, Jacobo huía
á
Francia y se presentaba luégo en Dublín
á
la cabeza
de un ejército extranj ero, las consecuencias serían
desastrosas. Declaró Guillermo que todas estas razones
eran de gran peso; mas que no le era posible poner por
obra semejante plan. Conocía el carácter de su
esposa~
y sabia que nunca consentiría en dar semejante paso_
Y además tampoco le hubiera hecho honor tratar
con tal crueldad
á
su vencido pariente, sin contar
con que aun no se había .demostrado que la generosi ·
dad no fuese la mejor política. ¿Quién podía prever el
efecto que la severidad, r ecomendada por Clarendou,
producir~a
en el espíritu público de Inglaterra? ¿Por–
ventura era imposible que el entusiasmo realista, ex–
tinguido por la mala conducta del Monarca, volviese
á
renacer ta:ó pronto llegase
á
noticia de todos que
se hallaba eucerrado entre los muros de una fortaleza
extranjera? Fundado en tales argumentos, resolvi6
Guillermo no imponer á su suegro sujeción perso–
nal, y
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bay duda que tal determinación fué muy
sabia (1).
Jacobo, mientras se discutía su suerte, permanech1.
en Wbitehall, fascinado, según parecia, por la gran–
deza
y
proximidad del peligro, é igualmente incapaz
1l) Burnet,
1,
800;
Oonctucta de la D¡¡quesa de Malborough;
Mul–
grave,
Reseña de la
Revolt~ción.
Clarendon no dice nada de este
asunto en la fecha
á
quo corresponde,
pe~o
véase en su
Diario
el
19
de agosto de
1689.