REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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.costa de Kent. Momentos antes de recibirse estas
:nuevas, observaron cuantos estaban á su lado que
-parecía más contento que nunca, y, en efecto, motivo
tenia para regocijarse. Ante él se hallaba u!l trono
·vacante, y, según parecía, todos los partidos unáni–
memente le invitarían
á
ocuparlo. De pronto, tan bella
perspectiva se había oscurecido. La abdicación, al
parecer, no había sido completa. Gran número de
partidarios suyos hubieran abrigado muchos escrúpu–
los de deponer
á
un Rey que permanecía en medio
de sus súbditos, que les invitaba á presentar sus que–
jas
en forma parlamentaria y que prometía cumplida
Teparación. Era necesario que el Príncipe examinase
;SU
nueva posición y se determinase
á
seguir una nue–
va línea de conducta.
inguno de cuantos planes se
le ocurrían estaba completamente exento de dificul–
tades, y cualquiera que fuese su politica, no era posi–
:ble llegará situación tan ventajosa como la que ocu–
paba algunas horas antes. Al go, no obstante, podía
hacerse. La primera tentativa de fuga hecha por el
_Rey le había salido mal. Lo mejor, pues, que podría
;Suceder, sería que hiciese una segunda
tentati~a
C()n
mejor éxito. Era preciso atemorizarle y al mismo
:tiempo incitarle
á
Ja fuga. La liberalidad con que
se le tratara en la negociación de Hungerford, y
que él había pagado faltando á su palabra, sería aho–
.ra completamente inoportuna. No babia que
propo~
nerle condiciones que permitiesen un acomodo
1
y
-caso de que él las propusiera, debería
respopdérs~_l?
fríamente. No se emplearían con él violencias ni .aun
.amenazas. Sin embargo, tal vez
DO
sería difícil ."
si.~
recurrir á violencias ni
amenaza~.
hacer concebir
ii.
hombre de tan débil espíritu temores acerca de su se–
.guridad personal. Una vez conseguido esto, su prin–
cipal deseo, indudablemente, sería huir. Todas las
fa-