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LORD MACAULAY.
chill y Danby, los pobres pescadores que habían. re–
gistrado brutalmente sus bolsillos. Esta circunstancia
nos permite juzgar cuán hondamente debió sentir
el insulto en los primeros momentos (1).
~
Sin embargo,
á
estar dotado ·en la medida ordina–
ria, de buen sentido, habría advertido qu13 los que le
habían detenido le hablan prestado, sin quere.r, un
g ran servicio. Lo sucedido mientras estuvo ausente
de la capital debía bab0rle convencido que si hubiera
Iog rad0 fugarse , nunca más hubiera podido volver.
Habianle salvado de la ruina á pesar suyo. Aun le.res–
taba una probabilidad, la última. Y aun cuando sus
faltas habían sido tan grandes , hubiera sido casi impo–
sible destronarle, mientras permaneciese en el Reino,
y
ofreciese asentir á las condiciones impuestas por
un Parlamento libre.
Durante breve tiempo pareció dispuesto á quedarse.
Envió desde Rochester á Feversham con una cartn,
para Guill ermo. La carta decía, cu su tancia, que
S.M. se disponía
á
regresar á Whitehall, que deseaba
celebrar una conferencia con el PrínGipe y que al
efecto se dispondría el Palacio de Saint-,1ames para
alojar á.S. A. (2) .
· IX.
PERPLEJIDAD DE GUILLERMO.
Hallábase entonces Guill ermo en Wi ndsor. Llenó–
se de inquietud al tener noticia de lo sucedido en la
(1) Véase
su
proclamo, fechada en Saint-Germain
&
20 de abril
de 169".l.
(2) Clarke,
Vida de JaeiJbo,
t.
11,
261,
Mem. orig .