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LORD MACAULAY.
Desde el momento que se supo que todavía estaba
el Rey en Inglaterra, Sancroft, que hasta aquí habla
iigurado al frente del Gob ierno provisional, dejó de
:asistir á las reuniones delos.Lores. Halifax, recién ll e–
gado del cuarte l general holandés, ocupó la presi –
-Oencia. En pocas horas sus opiniones habían sufrido
un g ran cambio. Sns sentimientos públicos
y
priva–
dos le impulsabaµ aho ra á unirse
á
los whigs. Cuan–
tos imparcialmente examinen los testimonios que han
llegado hasta nosotros , opinarán que aceptó ei'empleo
de Comi ario reg·io, esperando sinceramente ll egar á
un acomodo, en condiciones bomosas, entre el Rey y
.el Príncipe de Orange. La negociación había comen·
zado bajo los mejores auspicios: las condiciones pro–
puestas por el Príncipe fueron calificadas de honrosas
:por el mismo Rey; el elocuente
é
ingenioso equili–
brista podía lisonjearse de haber sido mediador en –
tre
exa~peradas
facciones, de haber dictado un corp.–
promiso entre opiniones diametralmente opuestas, de
haber asegurado las libertades y la religión de su pa–
tria sin exponerla á los peli gTos insep:¡i,rables de un
cambio de dinastía y
u.nasucesión disputada. Mien–
tras de este modo se complacía en pensamientos tan
agradables
á
su condición, supo que habia sido enga·–
ñado
y
que había ser.vido de instrumento para enga–
ñar á la nación. Su embajada á Hung·erford sólo había
servido para acreditarle de necio . El Rey nur,ca ha–
bía pensado cumplir las condiciones qúe mandó pr;:i –
poner á sus Comisarios. Habíales encargado declarar
que deseaba someter todas_las cuestiones discutidas
á
Ja decisión del Purlamento; y mientras ellos anun–
ciaban su mensaj e, él había
quema.doJos edictos <le
convocatoria, había huído con el Gran Sello, disper–
sado ql ejé rcito, suspendido la administraciqn de jus–
tipia, había di suelto el Gobierno
y
se había fugado de