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LORD MACAULAY .
caso se consideraban felices con tal de rescatar sus
personas y haciendas, mediante el pago de algunas
guineas
á
los celosos protestantes que sin autoridad
legal habían asumido el oficio de Investigadores. Pero
en medio de toda esta confu¡¡ión, que duró varios dias
y se extendió
á
muchos condados, ni un solo católico
perdió la vida. El populacho no se mostró dispuesto
á
llegar al derramamiento de sangre,
á
excepción del
solo caso de Jeffreys, y el odio que inspiraba aquel
malvado, más parece sentimiento humanitario que
muestra de crueldad (1).
Muchos anos después afirmaba Rugo Speke que la
noche i?-landesa
era obra suya; que él había mandado
los rústicos que llevaron
á
Londres el sobresalto, y
q.uesuyas eran también las cartas que esparcieron la
alarma por todo el país. No puede decirse, en abso- ·
luto, que su aserción sea infundada; mas no se apoya
en otro testimonio que su palabra, y él era muy
capaz, no sólo de cometer tal villanía, sino también
de jactarse falsamente de haberla cometido (2) .
Guillermo era esperado en Londres con im'Pacien–
cia, pues no se dudaba que su energía y habili<!.ad
restablecerían muy pronto la seguridad y el orden.
Hubo, no obstante, alguna dilación de que en justi–
cia no puede acusarse al Príncipe. Era al principio su
intención continuar de Hungerford
á
Oxford, donde
estaba seguro de encontrar recibimiento honroso y
lleno de afecto; pero la llegada de la diputación de
Londres le hizo cambiar de propósito, poniéndose en
marcha apresuradamente para la capital. En el ca.–
mino supo que Feversham, en cumplimiento de las
órdenes del Rey, había licenciado el ejército real, y
(1) Clarke,
Vida de Jacobo,
t.
11,
258.
(2)
llisioria secreta de ta Revolución.
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