REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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nos meses antes por lord Powis, palacio que durante
~¡
reinado de Jorge II fué residencia del Duque de
Newcastle
y
que aun llama la atención en el ángulo
oroeste
d~
Lincolns's Inn Fields. Enviáronse alll
algunas tropas; se disper ó la multitud; parecia ha–
berse restabl ecido la tranquilidad,
y
los ciudadanos se
disponían
á
entregarse tranquilamente al reposo. Pre–
,cisamente entonces empezó á correr un rumor que
pronto se tornó en temeroso alarido, que en una hora
llegó de Piccadilly á Whitechapel,
y
se extendió por
todas las calles
y
plazas de la capital. Decíase que los
Irlandeses,
á
quienes Feversham diera suelta, mar–
chaban hacia Londres, matando á su paso á cuantos
encontraban, hombres, mujeres
y
niños.
A
la una de
la mañana los tambores de la Milicia tocaban g·ene–
,rala. Veíase por do quiera mujeres aterrorizadas, que
lloraban y se retorcían las munos, mientrns sus pa–
.dres
y
maridos se disponian
á
la pelea. Antes de las
.dos ofrecía la capital aspecto tan belicoso que hubiera
-podi~o
inspirar temor
á
un enemigo real , si en efec–
to se hubiera presentado. Todas las ventanas estaban
iluminadas con velas, y en todos los sitios públicos se
veia como en pleno d!a. En las grandes avenidas
.se habían levantado barricadas. Mas de veinte mil
11ombres, armados de picas y mosquetes, guarnecían
Jas calles. El tardío amanecer del solsticio de invierno
.encontró
á
la ciudad entera todavía en armas. Por es–
pacio de muchos años conservaron los Londonenses
-vivo recuerdo de la que llamaban
noche i?-landesa .
Cuando se supo que la alarma había sido inmotivada,
tratóse de descubrir el origen del rumor que había
producido tan gran agitación. Resultó que algunas
personas, con traje y apariencia de rústicos recién lle–
gados del campo, habían esparcido primero la noticia
en los arrabales, un poco antes de media noche; pero