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REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.

36/

."Papa, del culto de las imágenes

y

los votos monás–

iicos fué, valiéndonos de una metáfora vulgar qilc

-entonces por vez primera se puso en práctica, com–

pletamente destripada. La inmensa provisión de pa–

pel, inmaculada en su mayor parte, dió materiales

para una inmensa hoguera. La furia de la multitud,

apartándose de los monasterios, templos y oficinas

públicas, se volvió contra las casas particulares, mu–

-chas de las cuales fueron saqueadas

y

des truidas; pero

la mezquindad del botín fu é triste desengaño para los

asal tantes,

y

pronto cundió el rumor de que los obje–

tos más valiosos de los papi tas habían sido coloca–

dos bajo la custoElia de los Embajadores extranjeros.

ada significaba á los ojos del ignorante

y

salvaje

populacho el derecho internacional y el riesgo de

traer sobra su patria la justa venganza de toda Euro–

pa. Dirigiéronse, pues,

á

las casas de los Embajado–

res. Reunióse una gran multitud frente

á

la de Bari–

llon, en ·Saint-James' s Square.

El

Embajador fran–

-cés, sin embargo, salió mejor de lo que nadie hubie–

ra esperado, pues si bien el Gobierno que represen–

taba era generalmente aborrecido, su liberalidad

y

la

exactitud con que pagaba todas sus cuentas la habían

hecho e pecialmente popular. Además había tenido

la precaución de pedir una gua,rdia de soldados,

y

como varias persona de cuenta hubiesen hecho lo

mismo, habla llegado

á

reunirse en la plaza fuerza

-consider-able. Asi, pues, una vez satisfechos los albo–

rota...ores de que en la Embajada francesa no babia

armas ni sacerdotes ocultos, se fueron sin molestar

más

á

Barillon.

El

Enviado veneciano estaba también

protegido por un destacamento de tropas; pero las

-casas ocupadas por los Ministros del Elector Palatino

y

el Gran Duque de Toscana fueron destruillas. El Mi–

nistro toscano pudo, sin embargo, salvar un precioso