REVOLUCIÓN DE 1 GLATERRA.
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mismo algún favor al Rey , la respuesta de éste era:
«¿Habéis ha1Jlado al lord P1·esidente?»
Hubo uno que se
atrevió á decir que el lord Presidente se g uardaba todo
el dinero de la Corte.
«Bien,
respondió S. M.,
p1UJs todo
lo me1·ece»
(l ).
~penas
pecaríamos de exageración en
el cálculo de las ganancias del Ministro, si las hace–
mos ascender á t reinta mil libras anuales,
y
debe re–
cordarse que en aquel tiempo
l~s
rentas de t reinta mil
libras al año eran más raras que hoy las de cien mil.
Es muy probable que ningún lord del reino tuviese
renta tan cuantiosa como la que debia 'underland
á
su posición oficial.
¿Qué probabilidades tenía de aumentar sus honores
y riquezas con un nuevo orden de cosas, un hombre
que había desempeñado papel principal en actos im–
populares
é
ilegales, individuo de la Comisión ecle–
siástica, r negado
á
quien en los sitios públicos per–
seguía la mul tit11d con los gritos de
pe1To papista?
¿Qué probabilidades tenía siquiera de escapar
á
su
condigno castigo'?
o hay duda que hacía ya mucho tiempo, con ide–
rando que Guillermo
y
Maria podrían bailarse, según
el curso ordinario de la naturaleza y de la ley,
á
la
cabeza del Gobierno
inglés, había intentndo pro–
bablemente interesarles en su fa-..or por medio de
· promesas y servicios que, si llegaban
á
saberse,
no
levantarían mucho su crédito en Whiteball.
Mas puede afirmarse con confianza, que no deseaba
(ll
Consuttas secretas deL pa·rtido católico de I rlanda.
Con–
firma
plen~mente
esta relación
l~
que Bonrepaux escribía
á
Sei–
gnelay en
12 (221
de s tiembre de
1687: , ll
(Sunderland) amassera
beaucoup d'argent. le roi son maitre lui donnant la plus g rande
partie de celui qui provient des conftscations ou des accommode–
mens que ceux qui ont encour u des peines
fo nt
pour ohtenir leur
grace. •