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REVOLUCIÓ

DE INGLATERRA .

22-1

cuales puso en el Banco de Amsterdam (1). Devon–

s.hire, Danby y Lumley permanecieron en Ing laterra,

comprometiéndose

á

levantarse en armas no bien el

Príncipe pusiese el pie en la Isla.

X, III.

TR.ÚCIÓN DE

S~DERLAND.

Debemos creer que en esta coyun tura recibió tam–

bién Guill ermo seguridades de apoyo de muy distinto

origen. La historia de las intrigas de Sunderland está

envuelta en una oscuridad que probablemente no lo–

g rará nunca disipar ningún investigador; pero si no

es posible descubrir toda la verdad, es fácil señalar

algunas imposturas muy notorias. Los jacobistas, por

razones fáciles de comprender, afirmaban que la re–

volución de 1688 había sido resultado de una conspi–

ración concertada desde hacia mucho, y presentaban

á Sundcrland como el principal conspirador . Seg ún

ellos, para llevar adelante su g ran des ignio, había in–

citado á su tan confiado señor á jnfringir Jos Estatu–

tos,

á

crear un tribunal ilegal ,

á

confiscar bienes

particulares

y

á arrojar en una prisión

á

los Padres

de la Igl esia nacional. Esta novela carece de funda–

mento, y aunque se ha venido repitiendo hasta nues–

tros días , apenas parece dig na de refutación.

ada

·más cierto que el hecho de haberse opuesto Sun–

derland á alg unas de las más imprudentes medidas

de Jacobo, y en particular á la persecución de los

Obispos, que en realidad produjo la crisis decisiva.

(l)

Jemorias dai Duque de hrewsbn-r y,

1718.