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LORD MACAULAY.
pertaran ya la indignación de la maclue patria, des–
cribiendo todo lo que habían sufrido
y
todo lo que con
fundamento habían llegado á temer. La excitación ·
producida en el espíritu públic() por las quejas de es–
tos fugitivos se había demostrado 'recientemente de
una manera que no dejaba lugar á duda. Tyrconnel
había sometido á la aprobación del Rey las bases de
un
bill
revocando
l.~
ley que había dispuesto de la
.mitad del territorio de Irlanda, y había enviado á
Westminster, en calidad de agentes suyos, á dos com–
patriotas católicos elevados recientemente á altos
empleos judiciales;
1
ugent, Ubief Justice del Tribu–
nal irlandés del Banco del Rey, personificación de
todos los vicios y debilidades que los Ingleses consi–
deraban entonces característicos del celta católico; y
Rice, barón del Tesoro de Irlanda, que en talento y
saber era tal vez el primero de los de su raza y de su
religión. El objeto de la misión era bien conocido; y
los dos jueces no podían presentarse en las calles, pues
no bien eran reconocidos por la multitud les grita–
ban: «¡Plaza á los Embajadores irlandeses!n y su coche
era escoltado con ridícula solemnidad por una fila de
ujieres
y
alabarderos armados de garrotes en cuyas
puntas fijaban patatas (1).
Tan fuerte y general era realmente, en aquel tiem–
po, la aversión de los Ingleses para los Irlandeses, que
los más distinguidos católicos participaban también
de eHa. Powis y Bellasyse manifestaron en términos
-O.uros y groseros, aun en la mes:i. del Consejo, la anti–
patía que les inspiraban los extranjeros (2). Entre los
protestantes ingleses era mayor aún esta aversión, y
(1) King,
Estado
de
los protestantes de frlanda; Consultas se–
cretas del par tido católico de Irlanda.
(2}
Oorsu.ttas secreta.s del partido católico de Irlanda.