REVOLU6lÓN DE INGLATERRA.
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des se despojó al pueblo del derecho de votar, eonce–
diéndoselo
á
un pequeño número de personas que se
Qbligaban por ·juram.ento
á
ap·oyar las cand.idaturás
recomendadas por el Gobierno. En Tewkesbury, por
ejempio, sólo trece personas tenían derecho de votar,
y
aun este número era muy considerable. De tal
modo habían cundido entre el pueblo el odio y el
temor, que apenas ·había ciudad donde pudiese el
Gobierno, aun empleando medios de todas clases.
reunir trece personas que inspirasen á la Corte ab–
soluta. Decíase que la mayoría del nuevo cuerpo
electoral de Tewkesbury estaba animada de los mis·
mos sentimientos que eran. generti.les en toda la na–
dón,
y
que cuando llegase el día decisivo, enviaría
.al Parlamento fieles protestante¡;. Los reguladores,
llenos de fm·or, amenazaron con reducir
á
tres el
número de elect-0res (1) . En tanto la gran mayoría
de los djstritos se n egaban resueltamente á renunciar
á
sus privilegios. Barnstaple, Winchester y E'ucking–
ham se distinguieron por Ja valentía de su oposición.
En Oxford la propuesta para que la ciudad resignase
s us franquicias en manos del Soberano, cayó por
ochenta votos contra dos (2). En el Temple, donde
habitaban los estudiQ.ntes de derecho, y en West–
minster Hall, donde residían los tribunales de justi.–
da, se notaba extraordinaria agitación con la súbita
lluvia de negocios de todas partes del reino. Todos
los abogados de fama se "·eían abrumados de consul–
tas de las corporaciones. Los litigantes ordinarios se
quejaban de que
n9
at~ndian
á
sus asuntós (3). Era
evidente que sería preciso bastante tiempo para que
(l) Johnstope. febraro 21, 1686.
,
(2)
Citters,
marzo
20
(30),
168 .
(8)
lbid.,
mayo
l (11), 1688.