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LORD MACAULAY.

eonvincentes, y sin embargo, hubo no ;pocos ejem–

plos en que aun contra tales razones prevaleció el

.sentimiento religioso y patriótico.

Es de creer que el Gobierno, por este tiempo, medi–

taba un golpe que hubiera reducido á muchos miles

de familias á la indigencia, alterando todo el sistema

.social en la nación entera. No se podía vender vino,

-cerveza ni café sin licencia,

y

se decla que cuantos

tenían tal licencia, dentro de poco tiempo habían de

verse suj etos á iguales condiciones que los funciona–

rios públicos, so pena de renunciar á su comercio

(1).

Parece indudable que si tal medida lleg aba á adop–

tarse, las casas de público recreo

y

entretenimiento

se cerrarían, á un tiempo

á

centenares, en todo el

reino.

Sólo por conjetura pueden imag inarse las conse–

-0uencias producidas por una medida que afectaba

á

Ja comodü.lad

y

recreo de todas las clases

si~

distin–

·ción . El resentimiento producido por los abusos no

-0s siempre proporcionado

á

su importancia, y es muy

probable que el retirar las licencias hubiera produci–

do consecuencias más hondas que la supresión de las

Cartas municipales. Los elegantes hubieran echado de

menos la chocolaterla de Saint James s'treet, y la

gente de negocios, la mesa def café, en torno de la

cual acostumb1;aban

á

fumar y á bahlar de política, en

Ohange Alley. La mitad de las tertulias e verían

obligadas á buscar nuevos puntos ·de reunión. El via–

jero,

á

la caída de lá tarde, encontrarl a desierta 1a

posada donde pensaba cenar

y

aguardar el nuevo día.

El campesi no tendría que lamentar la falta de la rús–

tica cervece.ría donde acostumbraba á tomar su jarro

.de

ale

sentado en el banco, Q.elante de la puerta, en

{l)

Citters,

Íbíd.