REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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nas el aspecto de las cosas era tan imponente, que un
temor más poderoso todavia que el- de incurrir en el
desagrado del Rey, sirvió
á
poner algún freno aun en
hombre tan servil como Wright.
XXXII.
INQUISICIÓN INTRODUCIDA EN TODO
LO~
DEPARTAMENTOS
PÚBLICOS.
Mientras los lores lugartenientes se ocupaban en .
interrogar
á
los jueces de paz; mientras los reg·ula–
dores organizaban nuevamente los distritos, todos los
departamentos públicos se veían sujetos á la más es–
trecha inquisición. Purificóse primero el Palacio; todo
caballero veterano que había quedado inútil en el
servicio del Rey, y el cual, en cambio de la sangre y
hacienda perdidas en defensa de la causa real, había
obtenido algún empleo
d~
poca importancia
á,
las ór–
denes del jefe del guardarropa ó dal montero mayor,
fueron llamados para elegir entre el Rey
ó
la Iglesia
anglicana. Los comisarios de Aduanas y Hacienda re–
cibieron orden de presentarse
á.
S.M. en la Tesorería.
donde el Rey les exigió la promesa de sostener su.
politica, ordenándoles exig·ir de sus subordinados
igual ofrecimiento
(1).
n oficial de Aduanas mani–
festó su sumisión
á
la voluntad Real de una manera
que excitó al mismo tiempo compasión.y risa:
«Tengo;
dijo,
cato1·ce razones pa1·a obedece1· las órdenes de
S.M.:
1ma.
nw.je1·
y
tnc~
hijos))
(2). Tales razones eran, en verdad,
(l) Citters, abril 6 (16), 1688;
Libro/ de mandamientos det Te–
soro, marzo
14, 1681-88;
Ronquillo, abril 16 (26).
(2)
Citters, i;nayo 18 (28),
1688.