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LORD MACAULAY.
XVI.
LA YEOMANRY.
No obstante la influencia que. los caballeros del
campo
y
los curas de aldea ej erc1an sobre sus vecinos
y
feligreses, quedaba en cierto modo
y
hasta cierto
punto equilibrada con la de la
Yeomanry,
esto es, los
grandes arrendatarios
y
los pequeños hacendados,
gente por todo extremo viril
y
noblemente sincera.
Los pequeños hacendados que cultivaban por sí tierras
de su propiedad,
y
gozaban de modesto bienestar sin
hacer vanos alardes de timbres nobiliarios ni preten–
der asiento en el sitial del juez, constituían entonces
una clase más importante que no ahora. Si hemos de
dar crédito á las mejores estadísticas de la época, no.
había menos de ciento sesenta mil propietarios, los
cuales debían constituir con sus ' familias más de la
séptima parte de la población del reino, que vivían
del producto de pequeñas propiedades libres. La renta
que gozaba cada uno, compuesta del producto de la
tierra, de beneficios
y
salarios, se graduaba por tér–
mino medio entre sesenta
y
setenta libras anuales,
y
se suponía que la cifra de los que labraban su pegujal
era más elevada que la de los
arrend~:ltarios
(1). En
cuanto á las opiniones políticas
y
religiosas de la
Yeomam"!J,
bastará decir que gran parte de ella se in–
clinó desde la Reforma en favor del puritanismo, que
se afilió al partido del Parlamento durante la guerra
(1) Me sirvo del cálculo de Davenant que es algo más bajo que
el de
KÍng.