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LORD MACAULAY.

XIX.

NORWICH .

Esta era la capital de una grande y fértil provin–

cia, residencia de prelado con cabildo, yasiento prin–

cipal de las mejores fábricas del reino. En ella habían

vivido recientemente algunos hombres de mucha

cuenta en ciencia

é

ingenio, y, excepto la capital y

las universidades, no contabaInglaterra con ninguna

ciudad más notable para los curiosos; como que la bi–

blioteca, el museo, la pajarera

y

el jardín botánico de

sir Tomás Browne bastaban por sí solos para moverá

peregrinaciones científicas á los individuos de la So–

ciedad Real. Tenía

Norw~ch

también una manera de

corte en miniatura, pues en el centro de la población

se levantaba un añoso palacio de los Duques de Nor–

folk, mansión espléndida que gozaba fama de ser la

más grande entre las de provincia que hubiera en el

reino. En este palacio, en cuyo recinto había triI\quete

de pelota, jueg·o de bolos y extenso paseo que recorría

las orillas del Wansum, habitaba largas temporadas

la noble familia de los Howard con aparato y pompa

dignos de la realeza; como que sus coilvidados bebían

en copas de oro puro, y comían en vajilla de plata, y

que las pinturas que adornaban las paredes eran de

los mejores maestros italianos, viéndose acumuladas ·

presa con los

Bloody Assizss.

Su estilo es grosero, como de cos–

tumbre; pero no pued!l ciertamente contarse en el número de sus

crímenes su reprimenda

á

los magistrados de Bristol. ,