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LORD MACAULAY.
pronunciación eran los que usan los patanes más
montaraces de nuestros ellas; sus blasfemias,' sus
· chanzas groseras, sus invectivas brutales, su lengua–
j e, en una palabra, sobre ser tosco, inculto y desapa–
cible, tenía tan marcado el acento de la provincia que
desde sus primeras palabras se advertía si era quien
hablaba del Somersetshire ó del Yorkshire;
cu~·ábanse
muy poco del ornato y comodidad de sus casas, y si
acaso lo intentaban, lo cual pocas veces ocurría, luego
ponían de manifiesto su mal gusto; la pajaza barrida
del establo y de la caballeriza no era extraño que la
pusieran en montón al pie de las ventanas de la alco–
lla, y las coles crecían hasta delante de la puerta
principal; sus mesas se cubrian de manjares g roseros
en abundancia, y quien se convidaba á sí propio á
ellas podía estar cierto de buen acog·iroiento; pero
como la costumbre de beber con exceso estaba muy
generalizada en la clase á que pertenecían,
y
sus
bienes de fortuna eran escasos para consentirles dia-·
ri amente la generosidad de embriagarse con sus ami–
gos á fuerza de vino de Burdeos ó de las Canarias, la
cerveza fuerte constituía el brebaje usual y corriente;
siendo enorme por esta causa la cantidad de ella que
se cons,umía entonces en Inglaterra, y además, por–
que constituía para las clases media y baja no sola–
mente la bebida
ordina~ia,
como acontece hoy, sino
que hacía las veces del vino, del té y de los espirituo–
sos, tan generalizados en la actualidad:. En estas co–
midas, las señoras de la casa, cuyas labores habitua–
les consistían en preparar salazones y guisados, se
levantaban con el último plato y dejaban á los caba–
lleros beber y fumar á sus anchas; g rosera distracción
.·
de sobremesa que no concluía sino cuando los hués–
pedes caían y l'Odaban en el suelo .
Sólo raras veces podía entrever la sociedad pulta el