REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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resultado feliz de la unión en que viven por ellos
y
en
ellas
1
10 bello
y
lo confortante. Mas los caballeros que
fueron testigos de la revolución comenzaban por n0
tener probablemente sino la cuarta parte de la renta
que disfrutan sus sucesores, siendo, por tanto, pobres,
si s les compara con los de hoy, y hubieron por nece–
sidad de residir en sus propiedades casi siempre. Via–
jar por el continente,
y
residir en Londres 6 frecuen–
tarlo , eran satisfacciones y g·oces que sólo podían per–
mitirse los grandes propietarios, pudiendo asegurarse
que entre la muchedumbre de
sq1ii1·es
que de empeña –
ban los cargos de jueces de paz 6 de tenientes realo '
no había uno por cada veinte que fue e
á
Londres más
de una vez cada cinco años ó que hubiera estado en
París en su vida. En cuanto
á
la educación, no pocos
propietario de castillos tenían tanta como sus propios
criados, y esto erá por tal modo
á
causa de que,
á
las
veces, los herederos de grandes estados pasaban la
i11fancia y la juventud en la residencia señorial de la
familia en compañía de pr ceptores
y
maestros ne
roá ilu trados que los palafreneros
y
los guardas,
y
adquirían de esta manera la instrucción suficiente
á
escribir su nombre al pie de una providencia. Si los
enviaban
á
la escuela del lugar ó al colegio, volvían
por regla g eneral antes de cumplir veinte años para
encastillarse de nuevo entre las cuatro 'paredes de la
vetusta s.ala feudal, y olvidar muy luego, ámenos de
tener aptitud felicísima, sus estudios académicos en
medio de lo
trabajos
y
distracciones campestres .
Uonstituia lo principal de sus ocupaciones el cuidado.
de su propiedad, la siembra, laboreo
y
cosecha de lo
g·ranos,
y
el escogido y la crianza de los cerdos , y los
días de feria, vaso en mano, hacer los trato con los
chalanes. Lo mejor de sus goces consistía en la caza
y
en la más grosera sensualidad; u lenguaje
y
u