REVOLUCIÓ' DE INGLATERRA.
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y siendo la superficie de las tierras cercadas
á
virtud
de estas licencias de más de diez mil millas en cuadro,
y pudiendo conjeturarse el número de millas cuadra–
das que' primero quedaron sin cultivo ó se cultivaron
mal, y que durante el mismo período de tiempo ¡:istu–
vieron cercadas y perfectamente laboreadas por sus
propietarios sin vedir autorización, no parece aven.:.
turado decir que la cuarta parte del suelo (le Inglate–
rra pasó, en el trascurso de menos de un siglo, del
estado inculto al de producción, por obra de la indus–
tria humana.
Aun en aquellas partes del reino que se hallaban
en mejores condiciones de cultivo
á
fines del rei–
nado de Carlos
JI,
y á pesar de haberse mejorado
mucho la explotación de la tierra después de la gue–
rra civil, no debe decirse que indicara su
~stado
lo
que se llama progreso inteligente. Pero como hasta
el día no han tenido á bien los Gobiernos de Ingla–
terra disponer las medidas necesarias
á
conseguir el
evalúo exacto de los productos del terreno, se halla el
historiador, ouando trata de estas materias, obligado
á conformarse, contra su voluntad, con las noticias y
antecedentes que suministran los autores que hacen
autoridad en la materia. Partiendo, pues, de lo cual,
podrá suponerse que, hoy por hoy, el término medio
de las cosechas de trigo, centeno, cebada, avena
y
habas pasa de treinta millones de
quarters
(1),
y,
se–
gún los cálculos hechos en 1696 por Gregorio King,
la cantidad total de las mismas semillas que s<! cose–
chaba en todo el Reino Unido no llegaba á diez mi–
llones de
quarters,
representando el trigo, que á la
sazón sólo se cultivaba en las mejores tierras
y
del
(1) El
quarter
equivale
á
ocho fanegRs de medida casbellana.–
J.li.
del T.