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LORD l\1ACAULAY.

Paises Bajos y en Irlanda; y Blake, antes de medirse

en el Océano con Españoles y Holandeses, se distin ·

guió por su bizarría defendiendo hábil y resuelta–

mente una plaza del interior en su patria. El mismo

sistema continuó después de la Restauración, vién–

dose por esto confiar ·la conducta de grandes

flota~

á

Rupert y

á

Monk, esforzado y audaz oficial de caba–

llería el primero, general de tierra el segundo, que

mandaba virar diciendo:

Media vuelta

á

ia derecha

ó

á

la

izquie?·da!

con no poca risa de los tripulantes de su

nave.

Por aquel tiempo, sin embargo, comenzaron algu–

nos hombres ilustrados á comprender que los rápidos

progresos obtenidos, asl en el arte de la guerra como

en el de la navegación, reclamaban de consuno sepa–

rar lo que hasta entonces había estado unido, y, por

tanto, los mandos terrestres y marítimos, que consti–

tuyeron una cosa mis!)1a, comenzaron en Francia

desde 1672 á estar divididos, dedicando su Gobierno á.

cierto número de jóvenes de buena familia

la edu–

cación especial y propia del servicio de mar. Pero en

vez de seguir el Gobierno inglés tan buen consejo,

continuó repartiendo los mejores mandos de la ar–

mada entre los oficiales del ·ejército, y .hasta confián–

dolos á veces

á

personas que ni aun en tierra hubieran

debido ej ercer cargo ninguno, pues cualquier ado–

lescente de ilustre alcurnia ó cualquier palaciego di–

soluto, recomendado de cualquiera de la:s favoritas del

Rey, estaba seguro de obtener el mando de un navío

de guerra, quedando con él

á

merced de su imperi–

cia la honra de la patria y la vida de centenares de

hombres dignos de mejor suerte. Poco importaba que

no hubiese navegado nunca sino en el Támesis, que

no pudiera guardar el equilibrio

á

bordo y que fue–

sen iguales para él la longitud y la latitud, pues como

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