Table of Contents Table of Contents
Previous Page  43 / 372 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 43 / 372 Next Page
Page Background

REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.

29

ñoles; que algunos de los nuevos estaban de tal modo

podridos que,

á

menos de carenarlos inmediatamente,

corrían peligro de zozobrar sobre las amarras; que los.

marin'eros percibían sus haberes con tan poca pun–

tualidad, que se daban por muy satisfechos vendiendo

sus pag·a á los usureros con 40 por 100 de pérdida,

y

que los jefes que

110

tenían amigos poderosos en . la

corte lo pasaban peor aún, habiéndose dado varios

casos de oficiales á quienes se debían cantidades enor–

mes por atrasos, y que después de haber solicitado en

vano su cobro durante años enteros, murieron en la

mayor indi gencia

y

hasta de hambre.

Cierto es que la mayor parte de los buques de

guerra estaban mandados por hombres que no perte–

necían á la marina; pero bien será decir que no se

implantó este abuso por el Gobierno de Carlos, pues

anteriormente ningún Estado, antiguo ni moderno,

había establecido separación completa entre los ser–

vicios de mar

y

tierra; como que si nos remontamos á

las g randes naciones civilizadas del antiguo mundo,

vemos combatir, así en la tierra como en la mar,

á

Cimón

y

Li andro, á Pompeyo y Agripa.

y

que, á pe–

sar del impulso que recibieron las ciencias náuticas

á

fines del siglo xv, no hubo ningún progreso material

en la división del servicio. En Floden, por ejemplo, el

ala derecha del ejército victorioso la mandaba el Al–

mirante de Inglaterra; en Jarnac

y

en Montcontour

'el ejército ele los Hugonotes lo dirigía el Almirante

ele Francia; D. Juan ele Austria, vencedor en Lepanto,

y lord Howard d'Effingham,

á

quien se confió el

mando de la escuadm ingl esa cuando los Españoles

e acercaron á las costas de Inglaterra, eran uno

y

otro extraños

á

la marina; Raleigh, tau justamente

renombrado por su pericia en el mar, sirvió muchos

años en los ejércitos de tierra en Francia, en los