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LORD MACAULAY.
principalmente en las utilidades que reportaban tras'–
portando de puerto en puerto los lingotes de plata y
oro y otras mercaderias preciosas, porque el Atlán–
tico y el Mediterráneo estaban de tal modo infestarlos
en aquella sazón de piratas berberi scos, que los
co~
merciantes se negaban á cargar objetos de g ran :va–
lor en barcos que no fuesen de guerra. Merced á lo
cual ganaban las más de las veces los capitanes, en
viaj es cortos, miles de libras, y no pocos, á causa de
tan cuantiosos beneficios, desatendieron ·los intereses
de la patria y el honor del pabell ón, haciendo humi–
llantes transacciones con las potencias extranjer as,
desobedeciendo las órdenes de sus superiores, y
per~
maneciendo en puerto cuando se les mandaba perse–
guir corsarios de Salé, á trueque de salir la vuelta de
Liorna con cargamentos de plata cuando sus instruc–
ciones les prescribian darse á la vela para Lisboa.
Y estG lo ha.cian con perfecta impunidad, porque la
misma protección que los había elevado á ejercer
car~.
gos inmerecidos los amparaba y P,rotegia en ellos de
tal modo, que ningún Almirante, por más graves mo–
tivos que tuviera para someter á consejo de guerra
por sus faltas á estos lindos palatinos, corrompidos
y:
disolutos , apenas si era osado á enunciar la especie
por lo bajo. En cambio, aquellos oficiales que se mos–
traban intransigentes en materia de honor, presto ad–
vertian que su conducta no era eficaz á su honra ni
á su provecho; habiéndose dado el caso de que. po.P
cumplir un capitán las órdenes del almirantazgo
y
permanecer.fiel en su puesto, se negó cierta ocasión
á recibir un cargamento que le hubiera producido
4.000 libras de beneficio, y de que, al saberlo Carlos,
le dij ese con indigna ligereza que lo felicitaba por.
ello, aun cuando no había dado muestra de muy sano .
juicio prócediendo como lo hizo.