REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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VII.
SIR JORGE JEl!'FREYS.
El gran sello
fué
confiado
á
Guildford , mas no sin
que se le sometiera al mismo tiempo á una vergon–
zosa tutela. Hablase decidido que otro abogado de
mayor vigor y audacia le asistiera en la administra–
ción, y fuera elegido para este cargo sir Jorge Je–
ffreys, Chief Justice del Tribunal del Banco del Rey.
Su depravación era proverbial, y los dos 'g randes par–
tidos ingleses han atacado su memoria compitiendo
en violencia, pues mientre.s los
n;l1igs
le consideraban
como su más bárbaro enemig·o , los
todes
le achaca–
ban todos los crímenes que hablan manchado su
triunfo. Para el investigador imparcial
é
inteligente
son, sin duda alguna, falsas
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exageradas algunas
bistoriaa horribles en que se le ha atribuido el pt'inci–
pal papel. Y sin ero bargo, el historiador dP.sapasio ·
nado muy poco podrá decir en
def~nsa
del malvado
juez cuyo nombre ha lleg·ado hasta nosotros cu–
bierto de tan horrenda fama .
Era hombre pronto y de vigoroso entendimi ento,
pero en extremo insolente y arrebatado. Cuando
apenas salía lle la adolescencia, babia comenzado
sus prácticas de abogado en el foro de Old Bailey,
donde los abogados han usado siempre una libertad
de lenguaje completamente desconocida en West–
minster. Alli, durante muchos años, habla sido su
principal ocupación examinar las causas de los ma–
yores y más empedernidos criminales. Los diarios