REVOLUCIÓN DE l GLATERRA.
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ciertos hombres inferiores á él en talento , y se daba
por satifecho g·anando cien g uineas con una come–
dia, las obras dramáticas le producían mayores ren–
dimientos, con ser tan escasos como queda dicho. que
las literarias en que hubiera empleado igual cantidad
de tiempo y de trabajo (1).
Y como la remuneración que los literatos obtenian
por sus obras era tan mezquina, se veían casi todos
ell os en la necesidad de aumentar sus ing resos im–
poniendo contribuciones á los g randes, cuyos pala–
cios se hallaban por esta causa, y más siendo de los
ricos y g·enerosos, infestados de autores tan importu
nos, pedigüeños y abyectos, que se antojarían inve–
rosímiles en la época presente. A la sazón, quien de–
dicaba un libro á persona de calidad, lo hací a con la
esperanza de recibir en recompensa cierta suma de
dinero; siendo lo más frecuente que la dádiva del Me–
cenas fuese más considerable que la paga del manus–
crito por el impresor,
y
que los libros se dieran á luz
por la única razón de haberse dedicado á magnates;
tráfico de adulaciones que produjo al fin sus natura–
les efectos, pues elevada la lisonja con esto hasta.los
límites de lo absurdo, y á veces de J a impiedad, ya
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se calificó de vergonzosa para el poeta, de quien
las
gentes no exigían independencia, veracidad ni
decoro, quedando, por tanto, reducido en realidad
á
ocupar en la escala moral un puesto intermedio entre
lo rufianes y los mendigos.
Y como si esto no fuese bastante,·á fines del reinado
ele Carlos II se aumentaron los defectos
y
vicios que
deshonraban
á
los hombres de letras con la intempe–
rancia más grosera del ingenio. Los cuales, movidos.
del odio que sentían hacia el puritanismo, se afiliaron
(1)
Vida de Soullie,.n,
por Shiels.