REVOLUCIÓ
T
DE Il'GLATFJRil..A.
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.caban, y que al imitar en sus obras las de Calderón,
transformaron las moradas de los nobles y altivos es–
pañoles en asiento de vicios, y la
Viola
de Shaks -
peare en zurcidora de voluntades, y el
Misántropo
de
Moliere en raptor. y su
Agnés
en adúltera; pues no
babia nada puro, heroico ni noble que no se tornara
sucio y pestil ente al pasar por el tamiz de sus inmun–
dos ing·enios.
Tal era el estado del drama, y con ser asf, el g énero
literario era el que más ping ües g anancias producía;
como que la venta de libros alcanzaba proporciones
t an exig uas, que aun los autores principales no po–
dían prometerse, de la mej or de sus obras, sino lo
preciso para no morir de hambre. Buen ej emplo de lo
que decimos es lo sucedido con las fábulas de Dry–
den . Este libro, último de los que produjo su ingenio,
pareció precisamente cuando Dryden gozaba de la
plenitud de su fama y lo recouocian todos los ingleses
por el primero de los poetas n acionales contemporá–
neos; contiene unos doce mil versos admirables,
y
así la narración como las descripciones rebosan de
vida, siendo aún delicia de críticos y escolares algu–
nas de sus leyendas, tales como la de ·
Palam6n
y
A?·–
cite,
la de
Cirn6n
é
lfigenia,
la de
Teodo1·0
y
Honoria
y
la
Fiesta de A lejandro,
la cual es, sin duda, la oda mejor
de cuantas se han escrito en leng ua ing lesa. Sin em–
bargo de esto, sólo recibió el autor por derechos 250
libras esterlin as , precio que ha solido pagarse algu–
nas veces, en nuestros días, por dos ariiculos de Re–
vista
(1),
y que, con s«;ir tan exiguo, no puede repu·–
tarse perjudicial para Dryden
y
provechoso para el
editor, en razón á que la obra tardó largos años en
(1 ) El contrato se halla integro en la edición de Dryden diri–
gida
por sir WaUer Scott.