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LORD MA AULAY.
clan lo · mayor s
sfuerzos por hablar el Jeng·uaj
de las • crituras agradas, ello Jo hicieron
á
u vez .
para prof rir obscenidades, bla
f
mia y maldicione
á
cada momento.
o debe, pue , parecer extraño que al de puntar
de nuevo nu stra
lit
ratura con la r
tauración del
antiguo r gimen polític
y
r ligio o. e ofreciese
á
la
vista de todo llena de inmoralidad. Cierto e que al –
r uno bombr s mio ntes que pertenecían á otra
poca mejor, e hallauan ex nto y libro del conta–
u·io; que lo vru· o de
V\
aller e in piraban en las no–
ble
a pira ion
que animaron
á
una generación
má caballero ca; que owley, tan di tinguido poeta
orno acendrado r alista, el vó animo amente su voz
ootra la inmoralidad qu
de honraba j untamente la
literatura
y
la monarquia; que un poeta d má po–
dero a in pit'ación que lo anterior
, marti rizado al
propio tiempo de lo
ufrimiento . la pobreza, el poli··
g-ro,
1
d precio do las gente y la ceg·u ra, m dita–
ba,
in d dars
turbar del ob cono tumulto que hacia
la mu b dumbr
á
su alt'ed dor, un canto de tanta
hermo u1·a y antidad orno hubiera podido brotar de
los labio mi mos do las
t rea
irtud
que vió con
lo ojo del
pll"itu arrojar sobre la baldo
d már–
mol u corona de oro
y
d amaranto; y que
1
igo–
roso y
f '
rtil ing· nio do Butl r , i no libró ompleta–
mente de la plaga, adol ció ap na do u of cto .
P ro
orno
to
hombr s se hablan
du acto
u el
cno d una oci dad que ya no
xi tía, tardaron
poco en
der
1
pu
to
á
la nu va g neración de
::i.utore , uyo
1·a go
aractorí tico , d d Dryden
ha ta Durf y, fueron la licencia, la inmoralidad, el
inismo y Ja fanfarron erla,
y
todo !lo in apal'i ncia
iquiera d
legancia ni a orno do bu no
entimien–
tos. Mas con s r muy nocivo el influjo que 11 g·ai·on