REVOLUCIÓN DE I ' GLATERRA.
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Renacimiento hasta entonces, y desde aquellos días
hasta los nuestros. Porque si en épocas anteriores se
dedicaron al estudio de los clásicos, y ahora, sin des–
<midar las lenguas :muertas , procuran familiarizarse
con la francesa, italiana y alemana, siendo el inglés
que hablan y escriben las damas bien educadas el más
puro y elegante que conozcamos, en la segunda mi–
tad del siglo xvn se descuidó por completo la ins–
trucción de la muj er, de tal manera que cuando una
-eñorita poseia siquiera nociones superficiales de lite–
ratura, todos la calificaban de prodigio. Tanto fué así,
que señoras de alcurnia muy elevada, de buena edu–
cación y de clarísimo ingenio no acertaban á escribir
un renglón siquiera en su propio idioma sin cometer
solecismos y faltas groseras de ortografía que ahore
pondrían en vergüenza no ya á las damas sino á las
discípulas de una escuela de beneficencia
(1 ).
No es difícil hallar la explicación de lo que decimos;
pues como á extravagante austeridad babia sucedido
naturalmente licencia extravagante, produjo ésta sus
efectos propios, siendo uno de los primeros
y
más g ra–
ves la degradación moral é intelectual del bello sexo,
á
quien se antojaba por tanto muy gaián que los hom–
bres celebrasen las prendas de su hermosura en tér–
minos impúdicos y groseros. Y así, en efecto, suce–
día, pues raras veces al deseo y admiración que les
(1) Bastarf< un ejemplo. La reina María, cuya vocación
y
apti–
tud pRra el estudio eran grandes, y había tenido por maestro
á
un Obispo y g ustaba con extremo de cultivar la historia
y
la poe–
sía y gozaba fama de mujer superior entre los hombres eminen–
tes, recibió el día de su coronación en Westminster una Biblia
magnífica (que actualmente puede verse en la Biblioteca de La
Haya), en caya portada escribió de su mano la siguiente revesada
frase:
Thi•
booh was given
ehe J(ino an<l Y ,
at
our
crownalion,
il1" –
ria R,
ó lo que es lo mismo:
E•te libro fu!J dado el rey y yo en
n ue•l,.a coronaci6n.
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