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LORD MACAULAY.
agravar la desgracia de muchos que gemían presos
en las cárceles ó desterrados lejos de sus deudos, que ·
también lloraban con las forzadas ausencias del padre
ó del hermano su desdicha; mas para Lestrange, ni
el hogar triste n i el sepulcro solitario eran asilo in–
violable
á
su saña y mal edicencia. Bastará decir, en
prueba de lo que·antecede, que como hubiese muerto
en la cárcel de Newgate, rodeado de privaciones y
miseria, los últimos días de Carlos II, William Jen–
kyn, pastor disidente, anciano venerable y de gran
reputación, que fué perseguido por adol'aI' á Dios en la.
forma que lo hacía la generalidad de los protestantes,
y no fuera posible reprimir la rµani festación espon–
tánea de la simpatía popular, pues acompañó ..su ca–
dáver al cementerio una larga fila de ciento cin–
cuenta carruajes, gue los mismos cortesanos dieron
muestras evidentes de tristeza, y que hasta el Rey,
á
pesar de su carácter frío y desdeñoso, pareció partici–
par del dolor de todos, solamente Lestrange fué osado
á
lanzar gritos de triunfo dignos de un salvaje, ha–
ciendo mofa de la compasión pueril de los
Equililwis–
tas,
diciendo que había recibido el impenitente blas–
femo é impostor condigno castigo, y declarando gue–
rra sin cuartel
á
los falsos mártires, no sólo hasta la
muerte, sino basta después de la muerte
(1).
Así pen–
saba el periódico á la sazón órgano del partido
to1-y,
pero más principalmente del clero parroquial.
(l)
The Obut"toator,
enero 29
y
31 de
1685;
Ca\ami,
Li(e o( Ba•ter;
JVoncon(ormit Memo,-ial.