REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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XLIII.
THE OBSERVATOR.
Mas no era olamente la
Gaceta de Londtres
el medio
que tenía el Gobierno de inculcar al pueblo su polí–
tica, pues como este periódico no insertaba sino algu–
nas noticias sin comentarios, otro que veía la luz
pública bajo ·us auspicios insertaba solamente artícu–
los politicos, excluyendo las noticias. Titulábase
El
Obse1·vado1· ,
y lo dirig·ía un antiguo libelista
tory
lla–
mado Roger Lestrange, quien si no carecí a de facili–
dad
y
de iug·enio para escribir, ni de intención y vi–
gor, adolecía del defecto, entonces calificado de cua–
lidad en las tabernas y saloncillos de teatro, de ser
por extremo vulga1·
y
g rosero de leng uaj e, sintomas
que delataban sus instintos rudos
y
brutales. Sin em–
bargo, cuando parecieron los primeros números de
El
Obse1'vad01·
podía en cierto modo t ener disculpa su
acritud, en razón á que los
roliigs
eran omnipotentes,
y
había de luchar con adversarios numerosos cuya
violencia y poca escrupulosidad eran partes eficaces
á
justificar despiadadas represalias en el adversario.
Pero en
1685
la oposición estaba vencida por completo
y
tau débil que un hombre generoso
y
de impulsos
magnánimos se habría negado á insultar
y
escarne–
cerá enemigo
indefen sos,
y
eludido la deshonra d e
existentes en
112-L
En pocos años aumentó mucho el número de
prensas de imprimir,
y,
sin embargo, había treinta
y
cuatro con–
dado~.
uno de ellos el de Lancasbira, en los cuales no existia
una sola.