REVOLUCIÓN DE INGLATERRA .
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todo esto logró implantarse, y tan pronto como pudo
ver e que el negocio era lucrativo, el Duque de York
se quejó de infracción de su monopolio, y llevada la
cuestión ante los t rit¡unales, éstos decidieron á su
favor (1).
La renta procedente de las oficinas de correos ha–
bla ido aumentando con tantemente desde el princi–
pio. En el primer año de la Re tauración, una co ·
misión de la Cámara de lo;; Comunes, después de
minuciosa información, habla e tímado el produ·cto
neto del correo en unas veinte mil libras esterlinas,
y
al final del reinado de
arlos II ascend!a casi
á cincuenta mil, suma para entonces exorbitante.
El producto, sin deducir los ga to , a cendía próxi··
mamente á setenta mil (2).
ada carta pagaba dos
peniques á una di tancia que no pasase de ochenta
millas,
y
tres si la distancia era mayor. E ta cantidad
aumentaba en proporción al peso del paquete. Actual–
mente por un penique se puede enviar una carta
á
Jo
último de Escocia
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Irlanda,
y
el monopolio de los
caballos de posta no existe hace ya mucho t iempo.
La suma, in embargo, que anualrp.ente se recauda
·n el departamento de Correos pasa de un millón
ochocientas mil libras, que deducidos los gastos, e
aún mayor de. etecientas mil. No puede dudarse, pot·
tanto, que el número de cartas que actualmente se
envían por el correo es setenta veces mayor que en
la época del advenimiento de Jacobo II.
(1)
Anglíre llelropoHs,
1690.
(2) Common's Journals, setiembre 4, 1660; marzo
1,
1688-89;
C!bamberlayne, 1684; Daveaant en las
Ren tas
p1·•~licas,
Discur–
so,
IV .