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LORD MACAULAY.
Londres
á
Peak con solo dos caballos; pero al llegar.á
Saint Albans vió que el viaje era casi imposible,
y
cambió de opinión (1). Los coches tirados p0r seis ca–
ballos se ven muy rara vez en nuestros clias,
á
excep–
ción de las grandes ceremonia : la frecuente mención
que de tales trenes se hace en los antig·uos libros,
pudiera hacernos incurrir en error , atribuyendo á
lujo y ostentación lo que re·almente era efecto de una
necesidad nada agradable. La nobleza, en tiempo de
Carlos II, viajaba en coches tirados _por seis caballos,
porque con menor número había g ran peligro de
quedarse en el camino; y
á
veces ni los seis caballos
bastaban. Ban0rugh, en la generación siguiente, des–
cribió con mucha gracia el viaje de un noble del
campo, que habiendo sido elegido miembro del Par–
lamento vinu
á
Londres. Venia en un coche tirado
por seis caballos, dos de los cuales habían sido saca··
dos dd arado para engancharlos en el coche de su
señorla; y
á
pesar de los esfuerzos reunido de los seis
caballos, no pudo evitar que la carroza de familia
quedase sepultada en el fango.
XXXVII.
CARRUAJES PÚBLICOS.
Los carruajes al servicio del público habían adelan–
tado mucho en los últimos tiempos. En los años que
siguieron inmediatamente
á
la Restauración,
se.esta–
bleció una diligencia entre Lonures y Oxford,
que.em-
(1) Cottoi:i 's,
Epútl• IO
J.
BradJilaw.