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LORD ll1A AULAY .

Reading del Condado de York

y

Londres. Poco des–

pués de la Restauración el Parl amento se ocupó ele

este asunto ,

y

se aprobó una ley, la primera de las

relativas

á

los peajes, por la que se imponía un pe–

queño g ravamen

á

los viajeros y

á

las mercancías,

á

fin de atender, en algunos sitios de esta importan te

lí nea de comunicación,

á

las reparaciones del cami–

no (1). Esta innovación, sin cmbarg·o, dió lugar

á

muchos comentarios, y los otros caminos que comu

nicaban

á

la capital con el resto ele

l!!-S

provincias si–

g uieron rig iéndose por el antig·uo sistema. Por fin, lo–

g ró implantarse la reforma, mas no sin g ran dificul–

tad, porque el impuesto injusto

y

ab urdo

á

que ya la

gente se ha aco tumbrado e paga, con

fr

cuencia;

de mejor g ana que los más razonables, si on nue–

vos .

'o fué sino después de haber e echado abajo

muchos portazgos, después de muchos combates en–

tre la tropa

y

los paisanos y de derramarse mucha

sangre, cuando al fin se introdujo el buen

ist ma.

Lentamente logró la razón iní:luir en las preocupacio–

nes, y nuestra isla se ve actualmente cruzada en todas

direcciones, casi de trein ta mil milla de caminos su–

j etos al peaje. En la mejores carretera , en tiempo de

Carlos II, la mercancías se trasladaban generalmente

de un punto á otro en g rande carro . En la paja que

se echaba en estos vehículos se aglomeraban una

multitud de viajeros, que no tenian lo suí:lcicntc para

viajar en cocheó á caballo, y aquellos á quienes las

enfermedades ó el excesivo equipaje no permitía irá

pie. Lo que importaba trasladar las mercancías de

esta manera era exorbitante.

De~de

Londre. á Birmin–

gham se pagaban siete libras esterlinas por túnela-

(1)

15, Car.

11,

c.

1.