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LORD MACAULAY.
(
Bath los elegantes que lo visitaban, y que acudian
allí en busca de saludó de diversiones, poseemos una
relación más completa y minuciosa que las que ge–
neralmente puedan hallarse acerca de tales asuntos.
Un escritor que publicó una descripción de aquella
ciudad, como unos ciento sesenta añcs después de la
revolución, ha referido, con toda exactitud, los cam–
bios que en su tiempo había experimentado. Asegura
que cuando él era joven, los caballeros que visitaban
el establecimiento tenían que dormir en habitaciones
apenas comparabl es á desvanes, y que andando el
tiempo pudo él mismo ver destinadas á los lacayos.
El pavimento de los comedores, que se hallaba en
todos sin alfombrar, estaba dado de oscuro con una
pintura que hacían de hollín
y
cerveza floja, para
ocultar la inmundicia. Las maderas, todas
sin
pintar,
y
ni una sola chimenea había de mármol. Una sencilla
losa de piedra franca y badilas para el fuego, todo lo
cual apenas costaba tres ó cuatro chelines, era más
que suficiente para la calefacción de las habitaciones.
En los mejores aposentos había sillas de paja,
y
las
paredes estaban cubiertas de tela ordinaria de lana.
Los lectores á quienes interese el progreso de la civi–
lización
y
de las artes útiles, quedarán agradecidos
al humilde topógTafo que ha conservado memoria de
estos hechos, y tal vez deseen que historiadores de
mucho más altas pretensiones supriman, á las veces,
pág·inas enteras consagTadas
á
la descripción de
' operaciones militares ó intrigas politicas, dando en
su lugar la relación de cómo estaban arregladas las
salas
y
los dormitorios de nuestros antepasados
íl) .
(1) Véase: Wood,
Historia
d~
B ath,
1149. Evelyn,
Diario,
ju–
nio 21, 1654. Pepys.
Dia,,.y,
junio 12
1
1668. Stukeley,
ltinerarium
curioaum.
Collinson,
Somei·setshwe.
Or. Peirce,
Histo,.ia y memo-