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LORD M.ACAULAY.
En el sig·lo xvn la
OilAJ
era residencia de los co–
merciantes. Las mansiones de los grandes burgueses
antig·uos, que aun existen, han sido convertidas en
escritorios y almacenes; pero aun se echa de ver que
no eran inferiores en magnificencia á las casas habi–
tadas entonces por la nobleza. Algunas veces están
situadas en el fondo de patios oscuros y retirados, y
tienen la entrada por pasadizo nada luj osos; pero las
habitaciones son grandes y de aspecto regio. Deco–
ran Ja entrada esbeltas columnas ricamente talladas
y luj osos pórticos . El vestíbulo y las escaleras no ca–
recen de g randeza. En algunos salones el pavimento
es entarimado de madera, como se usa en Francia.
El palacio de
~ir
Roberto Clayton, en Old Jewry ,
tenía un soberbio comedor, cuyos artesonados eran
de cedro, y le adornaban frescos representando los
combates de los dioses y los g igantes (1) . Sir Duclley
North gastó cuatro mil libras esterlinas, suma que
entonces hubiera sido cuantiosa aun para un Duque,
en amueblar
y
adornar los ricos salones de su casa
de la calle de Basínghall (2). Tales eran las casas- en
que vivían espléndidamente, bajo el último Estuardo,
los jefes de las grandes casas de comercio. Estaban
unidos á Ja casa que habitaban con los más fuertes
lazos de interés y cariño . Allí habían pasado su ju–
ventud; allí hablan visto nacer s'us primeras amista–
des ; allí habían cortejado á sus esposas y habían visto
crecer
á
sus hijos; alli habían dado tierra
á
los restos
de sus padres, y allí esperaban también dormir el
úl -
1.imo sueño. El intenso patriotismo, peculiar á los
individúo-s de sociedades congregadas en estrecho re–
cinto, se desarrollaba en tales circunstancias de una
(1) Evelyn's
D iMy.
Set. 20, 16'12.
(2) Roger North,
Li(e o( Sir Dudley North,