REVOLUCIÓN DE I 'GLATERRA.
101
reino ejercían los
Lord Lie11tenants,
estaba confiado en
Londres
á
una comisión de ciudadanos, elegidos entre
los más notables. A las ·órdenes de esta comisión ba–
bia doce regimientos de infantería y dos de caballería.
Un ejército de aprendices y horteras, con concejales
por capitanes y
alde1·mens
por. coroneles, no hubiera
podido sin duda hacer frente en el yampo de batalla
á
tropas regulares; pero entonces escaseaban éstas mu–
cho en todo el reino; y una ciudad, por tanto, que en
una hora podía poner en pie de guerra veinte mil
hombres, dotados de natural valor, regularmente ar–
mados y no del todo extraños
á
la disciplina militar,
podía ser aliada poderosa y en emiga formidable. Aun
no se había olvidado que las milicias de Londres
protegieron
á
Hampden y
á
Pym contra la tiranía
ilegal; que en la g ran crisis de la g·uerra civil, las
milicias de Londres marcharon
á
levantar el sitio
de Gloucester, y que en el movimiento contra los
tiranos militares que siguió
á
la caída de Ricardo
Crómwell, las milicias de Londres tomaron parte muy
señalada. En realidad no seria exageración decir que
Carlos 1 no hubiera sido nunca vencido
á
no ser por la
hostilidad de la
City,
y que, sin su ayuda, apenas hu–
biera conseguido hacer Carlos II la Restauración.
Estas consideraciones pueden servir
á
explicar por
qué,
á
pesar de la predilección que por espacio de mu–
chos años había manifestado la aristocracia por la
parte occidental de la ciudad, algunos hombres de
alto rango contínuaron viviendo, hasta un período
muy reciente, cerca de la Bolsa y de las Casas Con–
sistoriales (Guildhall). Shaftesbury
y
Buckíngbam,
mientras duró la ruda y poco escrupulosa oposición
que hicieron al Gobierno, creyeron que en nin–
gún sitio podrían llevar adelante sus intrigas,
d~
una
manera tan conveniente
y
segura, como bajo la pro-