REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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Desde entonces ha sufrido la
City
completa trans–
formación. Los banque1·os, Jos comerciantes y los
dueños de las principales tiendas acuden allí los seis
dias de' trabajo de cada semana á ocuparse en los
negocio ; pero viven en otl'os barrios de Ja capital
ó
en los ari·abales, en casas rodeadas de árboles y jardi–
nes. Esta revolución en los hábitos privados, ha produ–
cido una revolución política de no poca importancia. ·
Ya no miran hoy JaCity los más ricos comerciantes con
aquel cariño que naturalmente inspira el hogar, ni Ja
asocian en su mente al recuerdo de las domésticas
afecciones y cuidados. El hogar, la familia, la mesa á
cuyo alrededor se sientan los amigos, el tranquilo le–
cho no están all í. Las calles de Lombard y de Thread –
needle son únicamente los sitios donde se trabaja
y se allegan riquezas, que se disfrutan y se gastan
en otra parte. Un domingo
ó
cualquier dia de traba–
jo, después de las horas de negocios, en los patios y
calles que antes hervían con el ir
y
venir de Ja gente,
donde por todas partes se veían los rostros ansiosos
de los negociantes, reina el profundo silencio de las
apartadas selvas. Los principales comerciantes ya no
son ciudadanos. Evitan y casi desprecian los honores
y Jos deberes municipales, y los abandonan á perso–
nas que, aun cuando muy dignas y respetables, rara
vez pertenecen á las g randes casas de comercio cuyos
nombres son conocidos en todo el mundo .
bujos que se conservan en el Museo Británico y en Ja biblioteca de
Pepys. Hácese
panicula~
mención de la mala calidad de los ladri–
llos empleados en las antiguas construcciones de Londres, en los
Viajes del Grnn Duque Cosm• .
De las reformas hechas en San Pa–
blo hay una reaeña en ol
Espia de Londres
(London Spy) de Ward.
Casi me avergnenzo de tener que citar tan nauseab unda diatriba;
pero aun más, si es posible, he tenido que descender en busca ele
· materiales.
TOMO Il
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